Bert y Sophie Hellinger explican la constelación

En constelaciones familiares, como las practicamos, elegimos un representante para la persona que quiere aclarar algo. Por ejemplo, ella quiere aclarar cuáles pueden ser los trasfondos de una enfermedad, o de sus dificultades en la relación de pareja, o de lo que obstaculiza al éxito en su camino de vida.

 

El representante necesita saber poco o nada para darse cuenta de qué se trata con esta persona. Resulta que tan pronto como se configura, si el representante se centra, entra en contacto con otro mundo espiritual. Desde allí recibe información precisa. El representante no necesita saber nada. No necesita y no debe preocuparse por lo que surgirá. Todo lo que tiene que hacer es dejarse abarcar por un movimiento que lo invadirá. No debe pensar ni interpretar. Es movido, por así decirlo, sin poder resistirse a este movimiento. O se da vuelta y mira en cierta dirección determinada.

Si el representante mira al piso, el facilitador de la constelación elige una segunda persona y le pide que se acueste boca arriba frente a este representante. Por experiencia, el facilitador sabe que cuando un representante mira hacia abajo, a menudo mira a una persona muerta. Él sabe aún más. La persona que es representada es atraída por una persona muerta.

Entonces, en poco tiempo sale a la luz, de qué se trata. Se trata de la vida y la muerte. Cuando el primer representante gira y mira en cierta dirección, el facilitador elige a otro representante y lo coloca ahí, donde está mirando el primer representante. Nadie sabe a quién representa esta otra persona, como tampoco nadie sabe a quién representa la persona en el piso. Sin embargo, están atrapados en un movimiento que los mantiene cautivos. De esta manera, se desarrolla una constelación paso a paso. La persona consultante también se ve afectada por un movimiento. Por ejemplo, llora. O se incluye a la constelación y se acuesta junto a la persona que se encuentra tendida en el suelo. 

Sin embargo, como regla general, no se habla una palabra. Todo se desarrolla como dirigido por la mano de un extraño. Al mismo tiempo, los participantes que miran la constelación, si observan atentamente, se ven afectados por sentimientos similares. De repente se dan cuenta de que lo que está sucediendo frente a sus ojos también tiene algo que ver con ellos. Están en resonancia, de manera cuántica se refleja su propio problema y al mismo tiempo proporciona impulsos para una solución.