¿De dónde provienen esos movimientos en los representantes?

La pregunta es, ¿de dónde provienen también para el facilitador y para aquellos que asimismo se ven afectados?

 

Provienen de una dimensión espiritual que nos atrapa desde el exterior en nuestro interior. La resonancia desencadenada en nosotros es irresistible y activa de una manera que ayuda. Nos afecta personalmente y al mismo tiempo a todos con quienes estamos y debemos estar conectados. Nos conecta con aquellos de quienes estábamos separados, sea cual fuere la manera. Eso significa: es un movimiento de amor. Es el movimiento de un amor comprensivo. Es un movimiento creativo que pone en orden algo que estaba en desorden. El único requisito es que nos permitamos ser atrapados por él sin nuestros propios deseos e intenciones, solo permitir que el movimiento tome posesión de nosotros. Eso significa: estar abiertos y ser pequeños frente al movimiento.
Los movimientos de los representantes durante una constelación y a los resultados que conducen, revelan tanto los propios desordenes de la persona como el de sus familias, y lo que genera problemas y enfermedades. Lo mismo aplica a aquellos órdenes que deben observarse y restaurarse. Todos estos órdenes son órdenes de amor y forman la base de la vida.

Por consiguiente, todo está en sintonía con el cliente. Si a veces aparece una solución que no es adecuada para el cliente, o a primera vista, incluso ninguna solución, el sistema ya está equilibrado o en camino a serlo. Lo más importante es que el cliente se permita la solución, la salud o el éxito y esté listo para ello.

Si este es el caso, la vida del cliente mejorará enormemente. Esto no es una aseveración, sino una experiencia que ya han hecho miles de clientes en las últimas décadas, que desde entonces han estado viviendo más libremente, más felices, más saludables y con más éxito que antes.